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El heterodoxo... heterodoxo. Versión pseudohistórica.

El heterodoxo... heterodoxo. Versión pseudohistórica. Aprovechando, o más bien debido a estos calores, voy a actuar más o menos en contra de mi naturaleza y a dar por buenas, aunque solo sea de entrada, todas y cada una de las teorías, llamémoslas heterodoxas, que se refieren al antiguo Egipto con su Gran Pirámide como indiscutible diva. Sin embargo, desde ya aviso que estoy imposibilitado para identificarme con los heterodoxos más ortodoxos, esos que babean y hacen la ola diciendo amén a todas y cada una de las teorías, cuanto más rocambolescas mejor, que se afanan en parir personajes de la más variada calaña: desde investigadores más o menos reconocidos en otros campos poco explotables mediáticamente, y que se lanzan al Nilo de la Egiptología en busca de su minuto de fama, hasta extraños iluminados, parroquianos habituales en la barra libre de las teorías más alucinantes y que transforman la osadía de la ignorancia en una forma de vida.

Yo, aun a riesgo de arder en los fuegos inquisitoriales del "porque yo lo valgo", voy a comportarme como un heterodoxo ligeramente heterodoxo (valga la redundancia). Voy a hacerme preguntas incómodas, pero siempre desde una mentalidad abierta, en un intento de que alguien tenga a bien iluminarme.

Las preguntas de hoy, tras una breve introducción para ir entrando en calor, las dedicaré al tema más molón que imaginarse pueda en esto de la egiptología más heterodoxa: Extraterrestres y pirámides.

Es cosa sabida, que las dificultades técnicas que entraña una construcción como la Gran Pirámide, difícilmente podrían ser solventadas en la actualidad con todos nuestros gadgets y avances tecnológicos: errores de orientación en sus caras inferiores a un grado, bloques pétreos de tal magnitud que pondrían en aprietos a las más potentes de nuestras grúas, trepanaciones en el granito que hacen palidecer de envidia al mismísimo Rocco Sigfredi, ... la lista se extiende inacabable, inabarcable, insondable; desafiando a nuestra razón y nuestro entendimiento. Hace algunos años, los japoneses intentaron construir una réplica de la Grán Pirámide (no me preguntéis por qué se empeñaron en tal cosa) y no tuvieron más remedio que dejarlo correr, abrumados por la magnitud de tal obra. Y mira que los japoneses cuando se ponen, se ponen. Mira tú si no la Grán Muralla. Concluimos, pues, en que la Humanidad, no puede sino postrarse impotente ante la Grán Pirámide, y gemir y temblar abrumada por su Grandeza y Perfección.

[Nota al margen: hay que ver, la heterodoxia, cómo hincha la prosa]

Entonces, si a la Humanidad no le queda otra que postrarse y todo eso ¿Qué nos queda?

LA AYUDA QUE VINO DE LAS ESTRELLAS.

Ahora imaginemos, pues es cosa sabida que sin imaginación la ciencia no avanza ni un poquito. Imaginemos una nave interestelar procedente de Sirio. Esos motores de antimateria, esas aleaciones chorripilantes que igual aguantan un roto que un descosido, esas lucecitas de colores parpadeantes. Ese pedazo de crucero espacial, decía, acercándose con viril elegancia a la pelotilla de barro azul que llamamos hogar. Esa escala en Mali para iniciar a sus habitantes en los Secretos del Universo; y por fín, su arribada majestuosa al Valle del Nilo dejando de paso, debidamente flipados a sus habitantes ante tal alarde de tuning. Las luces que se atenúan, los egipcios (tan primitivos ellos) que contienen la respiración, el ensordecedor, el reverencial silencio que se apodera del valle. Y tras la necesaria pausa efectista, la escotilla ventral se abre y de ella surge un cegador, un brillante haz de luz antigravitatoria. Por ella, descienden majestuosos (este adjetivo ya lo he utilizado un par de veces ¿no?) los ocupantes de la nave: los Extraterrestres. El que parece ser el jefe, altivo y bronceado como un Julio Iglesias intergaláctico -Sirio de cerca tiene que pegar del copón-, dirige su mirada hacia Sakkara, dirige su mirada hacia Medium, dirige su mirada hacia los nativos y dice: ¿Y a esa mierda lo llamáis vosotros pirámides? ¡Amos anda! ¡Chapuceros! Os vamos a cascar aquí una pirámide que os vais a cagar en el taparrabos.

Y se pusieron manos a la obra.

Con sus teodolitos laser, de un aprecisión micromética alinearon las caras, con sus densisimos serruchos sónicos cortaron la piedra con una precisión milimétrica (gran-productividad-no-necesita-pulido-posterior), con sus supertaladros fabricados en Aldebarán taladraron lo que hizo falta, con la punta de la p... este... con gran facilidad y sus carretillas antigravitatorias, trasladaron los bloques donde hizo falta. Sus superordenadores codificaron la información necesaria y que aún espera para ser leída en las proporciones, en los ángulos, en la esencia misma de las piedras. Y un buen día la Pirámide quedó terminada (llave en mano ¡Grandes Facilidades De Pago!); sus constructores se marcharon como habían venido: majestuosamente, y los nativos se quedaron allí con la boca llena de moscas, que es lo que ocurre cuando uno la tiene abierta el tiempo suficiente.

-Verás cómo se va a poner Hemiunu, casi tenía esa parte de la meseta allanada para construir ocho campos de fútbol.
-Pues el balompié tendrá que esperar, a ver quién es el guapo que desmantela esa mole ahora.
-Te habrán dejado el libro de instrucciones al menos.
-Lo dejaron, pero lo tiré al río.
-No jodas.
-Sí, es que estaba en blanco.
-¿En blanco?
-Dijeron algo así como que siendo como somos una civilización tan atrasada, nos dejaban las instrucciones en CD-ROM.
-Bueno, ya nos iremos apañando.

Y esta es la Teoría: sólida como el granito de Aswan. Sin embargo en una mente con cierta inclinación a la herejía suscita una serie de preguntas incómodas.

¿Dónde están las inscripciones que describen tamaño acontecimiento y las técnicas empleadas para llevarlo a cabo?
¿Dónde están los restos arqueológicos que nos harían mirar hacia las estrellas?
¿Por qué no utilizaron los egipcios los conocimientos tecnológicos adquiridos para lograr la supremacía en todo el Mediterráneo? No eran angelitos, luchaban por los recursos y las rutas comerciales como todos sus vecinos.
¿Cómo es posible que la visita de una civilización tan anacrónicamente avanzada con respecto a los antiguos egipcios no haya dejado nada de nada, no ya para identificarla, sino para intuir siquiera su presencia?
¿Recogieron todos los trastos y luego borraron la memoria de todos los habitantes del Valle del Nilo?
¿Por qué eran sus instrumentos de observación celeste tan toscos y sus conocimientos tan parciales despues de haber estado en contacto directo con las mismisimas estrellas?

Si a alguien se le ocurre alguna otra pregunta incómoda, que no dude en dejarla en los comentarios.

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