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poquetacosa

Inexplicable

Cuando una línea de pensamiento se fundamenta sobre una palabra de connotaciones negativas… mal empezamos. Poco positivo podemos esperar ahí. Es el caso de los charlatanes y soplagaitas varios de lo paranormal, pues basan todo su intrincado –aunque en esencia muy sencillo- imaginario en una palabra de estas características: inexplicable. Y claro, a partir de ahí hay barra libre. Una vez establecido –por ellos, claro- el carácter inexplicable de un hecho pueden inventarse cualquier explicación que se les ocurra por ilógica que sea. Si la explicación en cuestión se maquilla convenientemente con términos pseudocientíficos, se la rodea con una banda sonora convenientemente misteriosa e inquietante, y se le cuelga tamben la etiqueta de inexplicable, tenemos una bonita pescadilla que se muerde la cola lista para el consumo de cerebros ávidos de emociones emocionantes y poco dados a hacerse preguntas. Desde mi punto de vista esta es la esencia del pensamiento irracional: una panda de débiles mentales que opinan que, lo que ellos no pueden explicar es inexplicable. La desfachatez de estos elementos llega al extremo de ignorar, negar y ridiculizar con uñas y dientes las explicaciones lógicas que puedan hacerse sobre los fenómenos que ellos han etiquetado como inexplicables. Tampoco es que me extrañe, un misterio desvelado deja de ser un misterio lucrativo.

Y conste que en el caso de los que se lucran con este tipo de cosas, la situación me parece comprensible. Cada cual cuida de su negocio por inmoral que este sea. Y claro, esto se refleja en los magufillos de infantería, los que se dejan la pasta en publicaciones, cursos raros y CDs de autohipnósis; unas veces porque están sinceramente convencidos y otras con la nada inocente intención de parecerse a los supermagufos que tienen la exclusiva sobre la palabra inexplicable y, por supuesto sacarle el mismo rendimiento pecuniario que ellos. Desde mi punto de vista, se nota que un magufillo de infantería está maduro cuando empieza a inexplicar cosas. Verbigracia. Pongamos que al magufillo en cuestión se le aflojan los esfínteres emocionales ante la grandeza de un edificio grande como la Gran Pirámide. Como la formación histórica de nuestro personaje es comparable a la de un cojón de pato automáticamente viene la palabra que tan aprendida tiene a su mente: inexplicable. Si es un magufillo con cierta formación en lo suyo, la palabra mágica viene automáticamente seguida por el razonamiento de que es imposible que los egipcios levantaran semejante monumento: no puedo hacerlo yo ¿cómo podrían hacerlo ellos con lo antiguos que eran?. Y a partir de ahí viene la fase de barra libre; que si atlantes, que si extraterrestres, la imaginación y la imbecilidad marcan el límite. Y como todo el mundo sabe, la imbecilidad humana es una de las pocas cosas ilimitadas que existen… bien pensado debería dejar solo la imbecilidad y retirar la imaginación. Hay pocos magufos imaginativos –y suelen tener buenos índices de ventas por cierto-, el resto se limita a repetir los arrebatos lisérgicos de aquellos elevándolos a la categoría de hechos comprobados: inexplicable.

Si a estas alturas de la fiesta llega el detractor de turno y se le ocurre decir que tal o cual hecho inexplicable está más que explicado entramos en la fase buenrollista. Chaval, tienes que abrir tu mente. ¡Coño! Si tengo la mente abierta. Tan abierta la tengo que soy capaz de reconocer que existen cosas en este universo que no soy capaz de comprender; el funcionamiento del encendido electrónico de mi coche sin ir más lejos. Sin embargo no las considero inexplicables. Soy consciente de mi pequeñez, de mis limitaciones intelectuales. Y oye, tan feliz. Esta actitud me permite seguir aprendiendo cosas. También soy consciente de que en el momento en que me atasque y reconozca que algo es inexplicable, habré dejado de aprender. No porque lo sepa todo, sino porque lo categórico de la palabra cierra todas las salidas que no pasen por la fantasía. Ojo, he dicho fantasía, no imaginación. Aunque son palabras emparentadas definen conceptos distintos.

Los amantes del misterio, lo que normalmente buscan es el misterio en sí. La descarga de adrenalina que da el ver una sombra por el rabillo del ojo e imaginar que es un fantasma, al escuchar extraños sonidos en la medianoche de un caserón abandonado, la chapita corriendo por el tablero de la Oui-ja. Vale, de acuerdo. Como hobby no le veo ningún problema. Hay gente que juega al rol consiguiendo los mismos resultados, otros coleccionan orinales o cacas de perro y oye, tan felices. Lo que me jode es, que gentes cuadriculadas incapaces de pensar por sí mismas, que repiten cual loritos las disparatadas teorías de sus gurús, que consideran inexplicable todo lo que desde su cojera intelectual no pueden, o no quieren comprender; que esa panda de pardillos me diga que abra mi mente e intente hacerme comulgar con las mismas ruedas de molino que ellos se tragan sin pestañear. Eso me toca la bisectriz sobremanera.

3 comentarios

poquetacosa -

Helvetius:

Una vez le preguntaron a Churchill cómo le caían los franceses. No puedo opinar, no los conozco a todos; respondio él.

Pues eso. No creo que el hecho de ser escéptico o no esté tenga que ver con ser buena o mala persona. Son conceptos diferentes.

Lo que sí tengo claro es, que quien obtiene un beneficio aprovechándose de la credulidad en el mejor de los casos, o la desesperación de la gente en el peor, no es una buena persona.

Espero haber respondido a tus preguntas.

Saludos.

helvetius -

somos mejores personas al ser escepticos? tanto con uno como con los demas? existe una relacion en eso? y si existe... cual es ?

Lola Cárdenas Luque -

Esta frase:

"La desfachatez de estos elementos llega al extremo de ignorar, negar y ridiculizar con uñas y dientes las explicaciones lógicas que puedan hacerse sobre los fenómenos que ellos han etiquetado como inexplicables."

Me ha llegado al alma. Luego resulta que los que negamos por negar somos nosotros :-)